Han sido unos inolvidables días llenos de magia, canciones y compañerismo.
Nunca voy a olvidar la sensación de asombro que sentí al contemplar a lo lejos el Monasterio de Uclés, convertido en la Fortaleza de Himring para la ocasión. Los imponentes muros, los estandartes ondeando orgullosos con el viento. Mis más que gratos compañeros de viaje ;) ya me habían avisado, pero la verdad es que no estaba preparado para semejante espectáculo. Un regalo para la vista, sin duda. Como Sam bien dijo.
Todas las actividades han sido de lo más interesante. El taller de esgrima...
el de baile...
(premio de un sugus para el que me encuentre en estas fotos xD cortesía de Erendis).
...o el de música (del que no tengo fotos... todavía). Las conferencias (algunas un poco más arduas que otras, pero todas ellas muy didácticas). Las mágicas lecturas de cuentos. Las obras de teatro (insuperable, la representación de Maedhros). Los ratos en la taberna del pueblo...
(Y no, no es que haya empezado a fumar en pipa o a fumar en general. Pero me gustaba cómo quedaba en la foto :D)
Y un momento que me dejó simplemente boquiabierto. El despliegue del estandarte con el dibujo de las Puertas de Moria, durante la lectura de cuentos:
Aunque por desgracia no pude fotografiar el instante en que la sala quedó a oscuras y los grabados de la puerta comenzaron a brillar como si de auténtico ithildin se tratara. Todo lo que se me ocurre para describirlo es "mágico". Como muchos otros momentos de esta estelcon.
Y el colofón, que llegó con la fastuosa cena de gala. Un increíble festejo en el que todo el mundo se engalanó con sus mejores vestimentas para esa noche. Verdaderamente increíble. No era como si estuviésemos en la Tierra Media;
estábamos realmente ahí. Elegantes caballeros y hermosas damas disfrutando de la Noche Intemporal, una noche de risas, canciones, y también algo de vino (aunque sólo el suficiente ;D). Si bien es verdad que cuando nos sentamos por fin a la mesa, eran las dos de la noche, y nuestros estómagos rugían hambrientos cual orcos de Mordor.
Pero, por desgracia, todo lo bueno siempre parece sernos más breve de lo que nos gustaría, y ha de llegar a su final. La tarde del domingo llegó demasiado pronto, y sin darme casi cuenta me ví sumido en apretones de manos, abrazos y besos, dando la espalda a Himring y afrontando el largo camino de regreso, con la esperanza de un pronto reencuentro con todas las recientes (y no tan recientes) forjadas amistades. Porque el camino sigue, y sigue, y creo que el mío aquí no ha hecho más que empezar.
Mi enhorabuena a la gente de Númenor y Cuernavilla por haber llevado este sueño a la realidad. Os lo habéis currado.
Y nada más volver a casa, nada más despertar del sueño reparador de tanto cansancio acumulado, me entero de que casi nos revientan una bomba aquí en Logroño. Vaya con el mundo real. Hijos de Morgoth.
Pero no es con esta idea con la que quiero cerrar esta brevísima crónica. Me quedo con las sonrisas, las conversaciones, las canciones, la fantasía. Me quedo con el hermoso hecho de haber podido compartir estos días con gente de toda edad, creencia, forma de ser, trabajo, todos unidos por el amor al sueño que es la obra de nuestro tan querido Profesor.
Namárië, Himring!
PD: Ah. Podéis llamarme Fran, podéis llamarme Elendil, podéis llamarme Will, pero por lo que más queráis, por el amor de Eru, ¡¡no me llaméis Jose!! xDD (es lo que tiene cuando los de la organización se confunden al escribir tu nombre).