La verdad es que empiezo a estar un poco cansado de ti. Ya te he oído demasiadas veces, conozco muy bien tu discurso. ¿No te das cuenta de que siempre es igual?
Hablas de realidad, de tener los pies en el suelo, de ir “a lo que importa”. Me llamas loco, piensas que desvarío.
¿Sabes? Eres muy libre de pensar lo que quieras. Personalmente, lo tengo muy claro.
Conozco tu realidad. Soy parte de ella, ¿recuerdas? Es más, hasta cierto punto, no puedo decir que no me guste. Pero hasta cierto punto.
Porque me termino cansando. Termino cansándome de todo. De ser cuadriculado. De buscar una explicación, una fórmula para describirlo todo. De necesitar siempre algo mejor, más rápido, más barato. Me termino cansando de esas reglas, de esas barreras.
Y es por eso por lo que busco escapar. Huir a un lugar al que tú nunca podrás llegar, un sitio lejos de tu comprensión y de tus leyes. Un sitio en el que todo es posible, en el que no existen límites.
Sé que es algo que no comprendes. Algo que detestas, que temes. Lo lamento por ti; me inspira auténtica pena. Pero, acaso, me pregunto, ¿alguna vez intentaste entenderlo? ¿Intentaste acaso ser parte de ello? ¿Saber qué se siente? Me temo que no. Lástima.
Porque, ¿Acaso te ofendí en algún momento? ¿Te desagrada en algo? No, no puede ser… tu modelo es perfecto, ¿verdad? Para ti, lo mío no es más que un extraño error, un extraño e infantil síndrome aún no superado.
No puedes comprender mi forma de escaparme de esta realidad. Yo comparto tu mundo; pero tú eres incapaz de compartir el mío. No puedes entender que no sea como tú. Ninguna de tus fórmulas sería capaz de resolver esta ecuación, ¿verdad? Lo sé, yo las conozco.
Y, ¿sabes qué? Me alegro. Me alegro mucho. Eso es lo que nos diferencia. Y no es que me quiera regodear en ello… porque siempre tendrás una mano amiga si decides entrar. Dudo que alguna vez quieras, pero ojalá sea así. Yo seguiré esperándote, al otro lado del portal.
Porque esto es la fantasía. Esto es la magia.
Y la magia nunca muere.